Al igual que todos los días Marcela se dispone a salir a trabajar, pero hoy su rutina de arreglarse y desayunar un poco de fruta se ve rota por que prende una veladora y reza para después continuar su vida diaria. Es 19 de septiembre, al igual que toda persona que vivió este mismo día pero en 1985 tiene motivos para hacer un alto en sus vidas y recordar como un sismo cambió la vida de miles de capitalinos. En esta ocasión Marcela no sale con el paso presuroso y la cara de vitalidad con la que acostumbra encarar el día con día, hoy sale con paso lento y rostro refleja tristeza y melancolía, se enfila al metro como todos los días pero en esta ocasión no le importa el poder ganar un lugar para sentarse en el vagón ya que su camino es largo el cual va de Taxqueña al Toreo y el hacerlo de pie sufriendo empujones y apachurrones es un martirio a la hora pico, hoy solo se acomoda enfrente de una las ventanas del vagón del metro y su mirada se pierde en la profundidad del vidrio, cualquier persona que la viera pensaría que esta en un acto de profunda reflexión pero la realidad es que tiene la cabeza en blanco no piensa, no siente, solo vive, cuando esta próxima a llegar a la estación Pino Suárez comienza a estremecerse y sus ojos se llenan de lágrimas, pide permiso para bajar, se alcanza a escuchar la voz de una mujer que dice “pobre mujer”, mientras baja, camina por el anden y se detiene en seco, en estos momentos, su mente esta recordando aquella mañana, ella estaba en esa misma escalera besándose con su esposo Carlos cuando les sorprendió el temblor, en cuestión de segundo la estación se volvió un caos, primero la gente que corría despavorida, después un tremendo estruendo mientras veían impresionados como la estación se llenaba polvo, para que después estuviera la absoluta oscuridad, Marcela al día de hoy no sabe como pudieron salir de la estación, pero lo que si recuerda es la impresión de ver uno de los tres edificios del Conjunto Pino Suárez colapsado, mientras ella veía impresionada el rostro de Carlos, quien estaba pálido y no dejaba de repetir, se cayó, se cayó, se cayó mi trabajo, si, Carlos trabajaba como mensajero en esa de las torre del conjunto de oficinas, ese día iban a pasar al trabajo de Carlos por unos papeles que se le habían olvidado la noche anterior y que tenía que entregar temprano al norte de la ciudad; en ese entonces a penas tenían una semana de casados, a Carlos solo le habían dado una semana de vacaciones, mientras que a Marcela le habían concedido dos semanas, como recién casados no se querían separar por eso Marcela acompañaba a Carlos hasta su trabajo, lo esperaba como una hora tiempo que se dilataba en saber cuales eran sus deberes para después irse los dos a entregar o recoger algún papel del trabajo de Carlos, ese día el plan era simple, pasar por los documentos olvidados, irse a desayunar al super leche y emprender juntos el viaje al norte de la ciudad entregar los papeles para después perderse en la ciudad mientras disfrutaban uno del otro. Marcela y Carlos comprendieron que su amor los salvó ese día, ya que en esa escalera se detuvieron a besarse, en ese instante no les importaba el tiempo, la gente y los apachurrones de las personas que circulaban con prisa para llegar a su destino, ya que permanecieron besándose varios minutos al pie de la escalera mientras sus manos recorrían sus cuerpos, para que después llegara el sismo y les cambiara la vida. Una vez pasada la impresión, Carlos inmediatamente corrió a tratar de ayudar a las personas que estaban en medio de los escombros, ella lo siguió por instinto y ahí estaban ambos tratando de quitar las piedras a pesar que los edificios que quedaron en pie amenazaban con caer, para que minutos después alguien los jalara mientras les decía “no sean pendejos, no se dan cuenta que la torre se mece”, ante el peligro de la zona Carlos opto por ir a dejar a su casa a Marcela mientras el regresaba a ver como podía ayudar. Esa noche no pudieron dormir, Carlos no dejaba de repetir el beso nos salvo, después siguieron los días difíciles, primero fue el segundo sismo del día 20 Carlos sintió que moría, después fueron los días del recate, no había noche que Carlos no contara que había sacado algún compañero de trabajo muerto, el solo de hecho de ver a sus compañeros muertos era como si le robaran un poco de su alma, un día moviendo una losa de concreto se encontraron que debajo de esta estaba una combi completamente aplastada fue ese día por la impresión de Carlos que se le declaro el diabetes, después vino la demolición de las dos torres que quedaron en pie, después llegaron los problemas económicos, ya que posteriormente de dos meses fue despedido y comenzó una serie de etapas depresivas por no poder conseguir trabajo, en cada etapa su salud se dañaba más, una semana antes de cumplirse el primer año de aquella desgracia, Carlos cayó enfermo y fue hospitalizado, moribundo Carlos le decía a Marcela que el sismo se había llevado su vida e irónicamente falleció ese 19 de septiembre. Como Marcela no tenía dinero para enterrarlo, lo cremo y fue esparcir sus cenizas en el predio que había albergado los edificios, de cierta forma sentía que Carlos debía de quedar ahí por que nunca se pudo recuperar de impresión de estar cerca de morir. Hoy en ese predio se aloja un mercado y una plaza que esta llena de montículos de concreto, que según le dijo un conocido son un contrapeso para evitar que el metro flote, ya que en su construcción se considero el peso de los edificios que se derrumbaron y es tal el empuje del terreno que sacaría el cajón del metro. Como cada año Marcela camina la plaza, se para en medio de ella y deja una rosa, mientras susurra “ te extraño”, para después retomar su vida, mientras su corazón sigue damnificado por las secuelas del sismo, de vez en cuando Marcela se pregunta que hubiera pasado si Carlos no hubiera olvidado los documentos, habrían salido más tarde y quizás Carlos nunca hubiera sentido tan cerca la muerte.
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Blogroll
mm
Este es un boton de muestra de las miles de historias que muchos vivimos en esa trágica fecha, para infinidad de habitantes de esta ciudad el 19 de septiembre de 1985 marco un antes y después en nuestras vidas.
F.B.M.
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